viernes, 26 de julio de 2013

Nuestra deuda con Nairo

(Por Gianni in Testa)

Hemos asistido al tour de France más emocionante para los colombianos de los últimos 25 años. Un simple colofón a las exhibiciones del mes de Mayo en el giro de Italia, que ponen a Colombia como tercer país en el Ranking UCI y a Nairo Quintana como 4 corredor en el CQ ranking (clasificación de los ciclistas profesionales).

La cosecha de premios y piropos para Nairo han sido enormes en todas partes del mundo. Era precisamente esa faceta nueva y refrescante que el viejo ciclismo Europeo necesitaba. Su equipo como no, está consciente del diamante que tienen entre manos. Eusebio Unzúe ya no sabe cómo ocultar su brillo. Es preferible el bajo perfil, pero los resultados son tan importantes que les ha resultado imposible. 

Nairo, a su edad, conoce cosas que no debería conocer o saber. ¿Cómo las sabe?  Es un ser superdotado que nació con un talento (ya no natural , sino sobrenatural) para el ciclismo, entiende todo rápido y bien, es hábil, no comete el mismo error dos veces, es dotado técnicamente sobre la bicicleta, negocia las curvas en los descensos como una precisión de profesional Belga de 80 kilos..planta cara con personalidad.  Me llamó la atención el reclamo de Purito para que jalara en Mont Semnoz, Nairo respondió tranquilamente: “Jala tú, el que necesita el pódium eres tú, yo ya estoy en él”.  Al pobre veterano no le quedó más remedio que obedecer ante la lógica del veinteañero, efectivamente el desgaste tenía que hacerlo Purito. Quintana no iba a cometer el error de Mont Ventoux nuevamente, y le salió como lo esperaba: no jaló un solo metro y remachó a sus rivales con autoridad. Eso con 23 años es de respeto.

En Colombia (y por lo que leo, en todos los países latinos) somos dados a la expresión eufórica de nuestras emociones. Tropicalismo lo llamamos nosotros. Parece ser que cierta condición geográfica por estar ubicados entre el trópico de cáncer y capricornio, quizá la conjunción de ciertos astros, afecta seriamente nuestro juicio en los momentos buenos y malos. Ambos nos causan locura. En el éxito salimos con la bandera en el carro (Bandera de equipo de fútbol, país, departamento etc), pitando por las calles, lanzándonos harina y bebiendo todo el licor posible (como si este se fuera agotar sobre la faz de la tierra) para celebrar la victoria de un ciclista, automovilista, futbolista, equipo o lo que sea. En casos extremos, nos ponemos tan felices que nos asesinamos, sin compasión, de la alegría.  Una paradoja. 

En las malas, nos invade un sentido de frustración abominable. Nuestra prioridad como nación es volcar nuestro desengaño sobre aquel que juzgamos como causante. Normalmente el mismo que meses atrás nos llenó de alegría y euforia: el responsable de aquella resaca memorable y de aquella costosa multa de tránsito por manejar ebrios.  Al mismo que proclamamos héroe nacional, al que visitamos a su casa para mostrar por enésima vez, lo pobres que son los deportistas Colombianos y el increíble valor que tienen las personas humildes y sencillas de este país. Ese pobre ser se convierte en el polo a tierra de una nación cuyo pueblo se siente maltratado por la fortuna. Todas esas frustraciones, todas nuestras pérdidas, todas nuestras vergüenzas afloran al tiempo en un solo momento. El otrora héroe, es un cobarde, un burgués, un acomodado que ya no rinde como antes “porque ya no tiene hambre” (En nuestra escala de valores, es importante el hambre y las privaciones para ser alguien en la vida) y entonces, todos a la vez, comenzando por la gente común y corriente azuzada por los medios (nunca se ha dado un mejor nombre a algo tan incompleto y mediocre), nos encargamos de destruir la imagen y menospreciar los logros del pobre personaje, con la misma pasión con la que antes lo glorificamos. 

Eso es lo importante que debemos tener en cuenta en estos momentos de efervescencia y calor, como diría el tribuno del pueblo. Que los éxitos increíbles de Nairo no se nos suban a la cabeza y nos comencemos a creernos los mejor del mundo y sobre todo que no comencemos a exigirle a Nairo que se gane cualquier carrera en la que compita. Conociéndonos, después del segundo del tour no nos va a servir nada. Que no nos sintamos llamados a una cita imperdible con nuestro destino que quiere que Colombia sea la primera potencia mundial, gracias a los pedalazos de un muchacho de 23 años.  Espero que tantas amargas experiencias del pasado con gente tan entrañable como Pambelé, Lucho Herrera, Fabio Parra, el equipo café de Colombia, la selección de fútbol del mundial de USA, Juan Pablo Montoya, Camilo Villegas y un larguísimo etcétera no se repitan con nuestro Nairo el día que las cosas no se le den. Espero que hayamos aprendido un poco sobre el respeto genuino, que hayamos entendido por fin, que estos muchachos lo único que desean es sobreponerse a todas las trampas y obstáculos que les deparó la vida , que su único pensamiento en la victoria es su país, su pueblo, su familia, los “jechos”. Mi invitación es a la gratitud y al amor incondicional. Un Humilde y gran ser humano como nuestro “Naironman” se lo merece. Estas alegrías y este orgullo, no tendremos cómo pagárselo.