lunes, 16 de septiembre de 2013

¿Horner Dopado?

(Por Luis A. Tovar)

Preocupa a muchos – y entre ellos me cuento yo- que Horner haya ganado la Vuelta a España. Y la causa es su edad. Parece inverosímil que un corredor a punto de cumplir 42 años gane la tercera de las grandes carreras por etapas y además sin tener un palmarés previo brillante. 

Por supuesto que lo que molesta no es tanto la edad en sí sino el hecho de que detrás de tal logro pueda estar el maldito dopaje. Se afirma que a esta edad no es posible ganar una carrera de tal magnitud y ganarles a los corredores que ha vencido. Se recuerda que es americano, es decir coterráneo de Amstrong, y además se recuerda también que fue compañero suyo. Y algunos entonces deducen que ahí está el secreto. No hay más, parecen decir: está dopado. Es la única explicación plausible.

Pero yo voy a hacer de abogado del diablo: No lo creo. 
En mi opinión, hoy día es muy arriesgado doparse en la gran carpa mundial del ciclismo, a sabiendas de que los controles son mucho más rigurosos que en los oscuros años precedentes y que esa rigurosidad lo es tanto en número de exámenes como en la calidad de los mismos, así como en la voluntad que eso supone de hacerle frente a esta lacra. Además, y en la misma línea, hay otra razón: la pervivencia de las muestras y el valor retroactivo de los resultados. Si hoy no marca, dentro de 2, 3 o 5 años puede marcar, es decir descubrirse a posteriori el uso de una sustancia que a la fecha no se conoce o no se detecta. Los ciclistas lo saben y un veterano como Horner mucho más: ya conoce lo que aconteció con su paisano Lance. Sabe, además, que a futuro son más probables las políticas endurecimiento que las de permisividad. Me parece, por tanto, que son suficientes razones de peso para no involucrarse en ese absurdo. Sería admirado hoy por su hazaña y vilipendiado como un vulgar estafador y cuasi criminal en el futuro. ¿Se habrá dispuesto a sufrir esa humillación? ¿A pasar de la gloria al barro? 

¿Por qué entonces –por el contrario- no se puede pensar que un longevo ("abuelo" le dicen) de manera natural, entrenando juicioso, pueda ganar en la élite una prueba grande como ésta?

Como estoy aquí haciendo de abogado del diablo –asi lo dije ya - expongo las siguientes razones que, a mi modo de ver, explicarían esta hazaña, para muchos incomprensible e inaceptable: 

Primero. El ciclismo de ruta y, en general, las carreras de fondo son propicias a los veteranos, y la razón está en la fisiología. Con los años se mejora la resistencia cardiovascular y la capilaridad venosa por efectos del entrenamiento permanente. Siempre, claro está, dentro de los límites naturales del envejecimiento biológico. No obstante, este envejecimiento es más notorio en reflejos, fuerza y velocidad y menos en resistencia. Las carreras por etapas son pruebas de alta resistencia.  Josu Larrazábal, director deportivo y preparador físico del RadioShack-Leopard, ratifica lo dicho al afirmar que “cuantos más años de entrenamiento, más eficiencia aeróbica y mayor rendimiento. No tiene ni tendrá el cambio de ritmo de Purito y nunca lo va a tener. Pero la edad sí supone una mejor resistencia y una mayor capacidad de repetir esfuerzos de larga duración”.


Segundo. El deterioro biológico no es el mismo en todos los individuos. Por eso existen personas centenarias y saludables y cuarentones achacados. Aquí coloco el caso del ciclista francés Robert Marchand, de 101 años, que anduvo cerca de 25 Km en una hora en velódromo y recorrió 100Km en 4h 17m. Ojo: con ¡101 años! Es decir, hay un componente genético que puede crear variaciones muy grandes entre unos individuos y otros en aspectos muy diversos de su fisiología, incluida por supuesto su longevidad y, por qué no, su longevidad deportiva.
Y junto con esto, también la maduración biológica varía y mucho. En el niño se nota. Hay el que camina muy ligero o habla pronto, y está el otro, el que parece hasta 2 años retrasado frente a los estándares psicológicos y médicos, y al cabo de la adultez treintañera resulta emparejado con el precoz.

Tercero. El desgaste relativo del organismo a lo largo de la vida deportiva cuenta mucho a la hora de sacar conclusiones en relación con el rendimiento de un ciclista que haya cruzado la barrera de los 35 años. No es lo mismo el que comienza a competir con alta exigencia a los 20 años que el que lo hace más tarde. Horner se hizo profesional de la categoría máxima a los casi 26 años. Un ciclista puede estar en la élite mundial entre 12 y 16 años. Y Horner con sus idas y venidas de equipos de primera fila a equipos de segundo orden tendrá a los sumo hoy unas 12 o 13 temporadas bien trabajadas. Así pues podría rendir un par de años mas corriendo, eso sí, creo yo, no más de 40 días al año.


Cuarto. La motivación es elemento fundamental en el rendimiento. Este factor se correlaciona con el desgaste físico. Se suelen entremezclar. Te cansas más, y más pronto, y debes entrenar más o diferente y cuidarte con celo excesivo y entonces te hartas: ya quieres tirar la toalla. Basta, te dices. Hasta aquí. Suficiente con lo hecho. 

La motivación se suele perder con las grandes victorias. Los grandes dominadores del ciclismo “se cansan” al cabo de 10 temporadas. El conseguir grandes objetivos va proporcionalmente desmotivando a un deportista. Es como si se dijera a sí mismo “ya lo he conseguí todo y ahora qué”. Como consecuencia de ello y de las presiones familiares, y de otros aspectos culturales, ya no entrena con el mismo animo, ya no se sacrifica igual. Le cuesta más madrugar; hacer largos y penosos entrenamientos. Horner, al no ser un ganador estelar, seguramente ha podido seguir entrenando con ganas, con decisión, a sabiendas de sus grandes condiciones. 

Quinto. El desgaste de la temporada es otro factor clave en el rendimiento. A esta altura del año los ciclistas que han corrido mucho, que han tenido picos altos de rendimiento, comienzan a sentir la fatiga de la temporada. Horner apenas tuvo 14 días de competición previos a la Vuelta. Los demás: Nibali, Valverde, Purito, los nuestros (alrededor de 60 días), ya estaban mucho más carrereados y, por tanto, no les fue posible rendir a su máximo facilitando el triunfo de un corredor fresco.

Sexto. El IMC (índice de masa corporal) bajo favorece la resistencia. Horner tiene un IMC de 19. 44 (180 cm de estatura y 63 Kg en el pico de forma competitivo). Es decir, un IMC de maratonista. Sin duda –todos lo sabemos- a menos IMC mejor desenvolvimiento en el ascenso. Si se tienen 6 litros de capacidad oxigenativa – y este señor debe andar por ahí- logra un VOL MAX por encima de 90 ml por kilo de peso, lo cual puede producir performances extraordinarias: alrededor de 6w por kilo en media hora o más, sin necesidad de recurrir a los trucos consabidos. 

Por todo lo anterior, pienso que Horner ha ganado limpiamente. Le quiero creer. Le creo. Y espero que su triunfo se convierta en un récord duradero, en un ejemplo de constancia y dedicación y en un acicate para todos aquellos a quienes la juventud se nos ha ido para continuar por la senda del ejercicio físico y del deporte, sin importar la edad. 

¡Un sonoro aplauso y una hurra para Robert Marchand y para Cris Horner, quienes, cada uno en lo suyo, han alcanzado cimas estelares, dignas de la mejor épica!

En todo caso, el futuro tiene la palabra.