Cochise y Papaya |
Siempre había tenido la idea de que Colombia, el país de los escaladores de raza, era ajeno a tener dentro de su arsenal a rodadores, velocistas y contrarelojeros de élite mundial, y que Cochise Rodriguez, Papaya Vanegas y Santiago Botero solo eran las excepciones que confirmaban la norma. He tenido que descorrer el velo, limpiar el disco duro de ideas preconcebidas, y escuchar otras historias sobre el nuevo ciclismo colombiano para entender que hay otro país, la propia evolución de la raza nos brinda un biotipo diferente: nuestros hijos nos sobrepasan en altura, la selección de fútbol tiene jugadores altos y corpulentos. El hecho de que Quintana, Chamorro y tantos escaladores nuestros se parezcan en su físico a los escarabajos de antaño, no quiere decir que no exista una nueva generación de pedalistas con características que les pueden brindar la oportunidad de destacarse en otras modalidades del deporte de las bielas.
Colombia ha dominado con ligeros intervalos la persecución por equipos en este lado del mundo, y la distancia que nos separa de los equipos del viejo continente se ha recortado. Hagamos un corto viaje en el tiempo y recordemos que en 1971 Colombia, con un estelar equipo conformado por Cochise Rodríguez, Jorge El Batman Hernández, José Ramón Garcés y la bala Luis H. Díaz, fue medallista dorado en Cali con un record Panamericano de 4:28. Para ese entonces, el record mundial y olímpico estaba en poder de Alemania Occidental, quienes había impuesto 4:15.76 en las Olimpiadas de México 1968, pese a perder el oro olímpico ante el fantástico equipo del Danés Mogens Frey. estos resultados nos muestran una diferencia de un poco mas de 12 segundos.
Arles Castro, Weimar Roldán, Juan Esteban Arango y Edwin Ávila, campeones Copa Mundo de Pista, Cali 2012 |
Hoy, el record nacional (dejado por Juan Esteban Arango, Edwin Ávila, Arles Castro y Weimar Roldán en 4:00.126) está distanciado por apenas 8 segundos larguitos de los 3:51.659 que los Británicos impusieron en su olimpiada del año pasado en Londres. 4 segundos menos en 40 años pueden parecer poco, pero en realidad es una enormidad poder recortar diferencias a los mejores de la especialidad. Esto no es un hecho aislado, en todas las categorías, desde los juniors hasta los élite, podemos observar el potencial del que disponemos, hay un semillero importante que cuenta con la ayuda de personas que se han preparado para brindarles un apoyo para que puedan desarrollar sus facultades.
Pero entonces, ¿por qué esta evolución no se ve reflejada en los resultados de las pruebas de ruta? ¿Por qué nuestros equipos internacionales no cuentan con estos prospectos para disputar las competencias del calendario internacional? La respuesta es muy sencilla: las ilusiones de estos muchachos, que empiezan a mostrarse como talentos rodadores, contrarrelojeros o velocistas, se ven truncadas muy pronto porque en el calendario nacional no existen pruebas en donde exhibir sus cualidades a la espera de que se puedan abrir las puertas de los principales equipos. Todas las carreras que se programan tienen alta montaña, y para subsistir en el medio tienen que renunciar al trabajo de años, entrenar por mejorar en los ascensos y convertirse como máximo en escaladores de media montaña, ”ni chicha ni limoná”, su biotipo no es para eso.
Bolt y Gebreselassie |
En todos los deportes, los jóvenes se van especializando en unas pocas pruebas o posiciones de juego según su biotipo e intereses. Veamos este ejemplo del atletismo:
En la foto se ve a Usaín Bolt (El mejor velocista de la historia) junto a Heile Gebreselassie (El Mejor Fondista de la historia). ¿Tendría algún sentido hacer correr a Usain Bolt una maratón y reprocharle que no sea campeón? ¿Tendría sentido que Heile corriera 100m y 200m y decirle que no sirve para el atletismo porque continuamente es vencido por atletas más espigados? ¿Entonces tendría sentido pedirle pedirle a todos los ciclistas colombianos que sean escaladores? Tristemente, eso es lo que se hace mediante la programación de los recorridos de las pruebas del calendario nacional, predominantemente montañosos.
La Federación, los organizadores de carreras, los dueños de los equipos, todos son parte del circulo vicioso responsable de esta situación. En primer lugar la Federación no tiene políticas que tengan como objetivo el desarrollo integral de nuestros corredores, ni establece unas pautas para que los organizadores de carreras establezcan unos recorridos que sean equitativos y brinden al grueso del pelotón la oportunidad de destacarse, y que no solo sean los escaladores los beneficiarios de estos monotemáticos recorridos.
¿Por qué la pasada vuelta al porvenir tuvo una cronoescalada (Alto del Sote) si ya había tenido una etapa con un duro final en alto (Palermo) y el circuito urbano de Tunja también tenía final en Alto? Una CRI Plana o un circuito con final plano habría permitido encontrar quizá un bien rodador o un buen embalador con proyección futura sin poner en peligro el liderato de quien ganó en la etapa reina de Palermo, que al final fue quien se coronó campeón (Hernán Aguirre) y que mantiene nuestra identidad de escaladores.
Pero además de los organizadores de carreras, los dueños de los equipos también tienen su cuota de responsabilidad, porque impulsados por la necesidad de ofrecer resultados a sus patrocinadores no contratan rodadores ni velocistas, pues la opción que tienen de triunfar en un calendario que tiene como común denominador su carácter montañoso es mínima.
Juan Felipe Osorio y Kevin Ríos no son sino un par de nombres en medio del mar de promesas que esperan que sus portentosas cualidades de rodadores no se vean opacadas y disminuidas, sino que esperan la oportunidad de mostrarle a propios y extraños que no solo somos un país de escaladores.
Hay que buscar soluciones, espero que esto no sea arar en el viento, que los responsables estén dispuestos a escuchar y a estudiar alternativas que conviertan a nuestro ciclismo en uno mas fuerte y versátil.