miércoles, 18 de septiembre de 2013

La camiseta arco-iris bien vale una traición

(Por Asier Bilbao y Gustavo Duncan)

Quizás haya gente que no se crea que un ciclista profesional pueda “vender sus servicios” a cambio de plata o por unos intereses comerciales. Y mucho menos cuando lleva puesta la camiseta de su selección nacional. Error. 

Toda la historia del ciclismo profesional, desde la antigua hasta la más reciente, está plagada de actos mercenarios, compra-venta de carreras y etapas, pago y cobro de favores, traiciones, venganzas, engaños, trampas y chanchullos de lo más variado. Miles. Sin exagerar. Por individualidades o por parte de equipos enteros. En las mejores carreras del mundo y también aquí, en Colombia. Poner ejemplos alcanzaría hasta para escribir un libro. 

Los Mundiales de ciclismo no es que sean una excepción; sino que son más propensos a estos bochornos más o menos evidentes. Ha habido casos en Mundiales que hasta daban vergüenza ajena presenciarlos en directo por TV. Ejemplos claros y fáciles de ver pueden ser los Mundiales de Barcelona 1973 y Lisboa 2001.


Merckx, Ocaña, Maertens y Gimondi en Barcelona 1973


En 1973, en el circuito del Castillo de Montjuich, bajo un calor infernal, iban escapados con casi dos minutos de ventaja Luis Ocaña, Felice Gimondi y los belgas Eddy Merckx y Freddy Maertens. A poco del final atacó Maertens y Merckx se fue a su rueda, sin darle un solo relevo. ¿Por qué no colaboraba Merckx, cuando los dos pertenecían a la misma selección? Porque Maertens llevaba su bici equipada con componentes Shimano, mientras Merckx y Gimondi llevaban Campagnolo. Tullio Campagnolo, creador y propietario de la legendaria empresa de componentes de bicicletas de su mismo nombre, había pedido a Merckx, a cambio de una jugosa bonificación económica, que hiciera lo posible para que no ganara un corredor que no montara Campagnolo (todo por la publicidad). Merckx puteó a su compatriota Maertens durante la prueba para que este no ganara. Y así ocurrió finalmente. Gimondi no se podía ni creer que había vencido en meta a dos súper-sprinters como Merckx y Maertens (este último uno de los mejores embaladores de la historia), la selección de Bélgica solo consiguió una medalla de plata en ese Mundial y los dos belgas dejaron de hablarse durante más de 30 años. 

Oscar Freire queda campeón mundial en Lisboa 2001

En el 2001 el italiano Gilberto Simoni atacó con toda en la cota de Pimenteira, en la última vuelta del circuito mundialista, y ante la falta de entendimiento del lote perseguidor sacó la suficiente ventaja como para llegar solo a meta. Hasta que su compatriota Paolo Lanfranchi, del equipo Mapei, tumbo la escapada tirando del pelotón como un poseso, como si le fuera la vida en ello. ¿Por qué lo hizo, en un caso que provocó un bochorno mayúsculo en el aficionado ciclista? Porque Giorgio Squinzi, patrón del Mapei, dio la orden antes de carrera a sus corredores, no importaba de qué selección fueran, que hicieran todo lo posible para que ganara uno de su equipo (todo por la publicidad). Cuando Simoni cogió demasiada ventaja, Paolo Bettini, jefe de filas de la selección italiana e integrante del equipo Mapei, le recordó la orden del patrón a Lanfranchi... y efectivamente, los 2 primeros en meta, Freire y Bettini, pertenecían al equipo Mapei, aunque el vencedor no fue italiano. Por supuesto, Lanfranchi recibió la recompensa económica correspondiente, pero no le fue renovado su contrato con Mapei. “Roma no paga a traidores”.

(Ver el video.  El Ataque de Simoni es después del minuto 24, la traición de Lafranchi después del minuto 29)




Que ocurran estas cosas no nos debe extrañar lo más mínimo. Ha ocurrido siempre. Es parte del ciclismo profesional. ¿Cuánto creemos que pagarían empresas y equipos tan poderosos como Sky, Movistar o Astana para poder lucir el arco-iris durante un año? ¿Cuanto beneficio económico les reportaría solo en publicidad para sus marcas?

Por eso decíamos en nuestro artículo anterior: No nos extrañaría que el todopoderoso equipo Sky pusiera a Henao a trabajar para su jefe de filas Froome. Lo mismo a Quintana el Movistar para Valverde. Betancur quizás podría trabajar para Nibali, de quien al parecer se hizo amigo en el Giro.