Portada del Diario Deportivo anunciando la noticia |
Para los que estuvimos cercanos al ciclismo de nuestro país en aquella época, fue terrible la noticia de ese trágico 21 de febrero. Sin ser amigo de ninguno de los ciclistas involucrados, debo decir que coincidí varias veces entrenando en la carretera con Néstor Mora, por allá a finales de los 80. Me llevé la mejor impresión de él: siempre muy amable, de sonrisa fácil... Recuerdo que la última vez que le ví bromeamos con su bicicleta: una preciosa Eddy Merckx verde con Azul del Kelme, y le dije que así era muy sencillo ser ciclista.
Era un ciclista de pedalear fino, la musculatura de sus cuádriceps era impresionante. No volví a saber más de él hasta aquel mediodía de ese año 95 cuando salí almorzar y escuche la noticia en la radio. Sentí como sentimos todos cuando algo así pasa: como si fuera la muerte de alguien muy cercano.
Recuerdo las fotos macabras de los periódicos del día siguiente. Una camiseta rosado con blanco sobre el asfalto, colores alegres para otros momentos me parecieron fuera de lugar, casi ridículos... un país entero de duelo por la muerte de estos deportistas. Me dió muchas cosas en qué pensar sobre eso de montar en bicicleta.
Reconstruí esta historia, con los reportajes y recortes que me hicieron llegar amablemente algunos Colombianófilos que leen este foro. Especialmente gracias a Castelblanc (Guilherme Ribeiro) en Portugal y a Federico Arango (Bestiario del Balón). He aquí la historia.
Nestor Mora |
Augusto Triana |
Hernán Patiño |
La mañana Trágica del equipo Postobón
Aquella lejana mañana del 21 de febrero de 1995, los 22 corredores del equipo Manzana Postobón se levantaron temprano y pasaron al comedor de su hotel en la población de Chinchiná, cerca de Manizales. La orden era entrenar camino a Medellín dónde iniciaría la clásica de Itagüí. La moral del equipo era altísima. Apenas el domingo anterior, Néstor Mora había triunfado con gran autoridad en la CRI plana entre Mariquita y Honda que daba cierre a la clásica del Tolima, el panorama para José Alfonso López el técnico, Patrocinio Jimenez su asistente y Libardo Leyton el auxiliar técnico, no podía ser mejor para la temporada que apenas despuntaba.
En la noche del 20 de Febrero, algunas familias se acercaron al hotel para saludar a los corredores. Para todos resaltó (sin saber por qué), la estrecha relación entre Hernán Patiño y su pequeña hija de año y medio. Hernán era (por así decirlo) el alma del grupo, el amigo de todos, un hombre amable, siempre de buen humor. Aquella noche le hizo una promesa a su esposa Dora y a su hijita Janeira que la muerte no le permitió cumplir: retirarse del ciclismo para no dejarlas solas.
Ese día amaneció lloviznando pero escampó pronto, como suele ocurrir por esa época del año en esas tierras. El grupo salió como si nada, escoltada por una camioneta y un automóvil del equipo. Hacia las 8:30 de la mañana llegaron al peaje de tres Puertas . Algunos corredores como Luis Espinosa, Néstor Mora y Rúber Albeiro Marín prefirieron parar un momento para ponerse el impermeable. El grupo se reagrupó pronto. Lo comandaban Néstor Mora, recién llegado al equipo después de sus temporadas en el Kelme, Augusto Triana, escalador finísimo nacido en Fusa, la misma tierra de Lucho, el propio Hernán Patiño y Asdrúbal Patiño, corredor Caldense .
Era el Km 33, del trayecto, volvía a lloviznar, es acá dónde todas las causas se fueron combinando de manera inflexible para una tragedia. El piso húmedo y la alta velocidad de un camión que se acercaba por atrás del grupo fueron los detonantes. Un camión enorme con remolque (en Colombia lo llamamos Tractomula), bajaba demasiado rápido, tomó la curva muy abierta y golpeó a un campero (Jeep) con la parte posterior del remolque. El campero salió lanzado contra el grupo de ciclistas.
Los 4 corredores involucrados recibieron todo el impacto. Nunca creyeron, quienes venían atrás del lote, que la situación era tan delicada. Cuando llegaron a recogerlos y atenderlos, algunos ya no respiraban. Augusto Triana murió en el lugar. A Néstor Mora inicialmente trataron de revivirlo, pero no fue posible, no daba ninguna señal de vida. Otros todavía tenían reflejos, como Hernán Patiño y Asdrúbal Patiño, pero el afán era llevarlos para que les prestaran la asistencia necesaria. En el último momento se dieron cuenta que Néstor Todavía respiraba y lo subieron a la camioneta del equipo para llevarlo al hospital.
Aquí se inició otro capítulo, otro drama de amigos, de pasajeros y auxiliares que, impotentes, sentían que dos de ellos competían con la muerte. Libardo Leyton relata el largo camino que recorrieron desde el sitio de la tragedia hasta el Hospital de Caldas de Manizales. Fueron los kilómetros más prolongados de sus vidas.
Estas son las declaraciones de algunos de los testigos:
Libardo Leyton, auxiliar del equipo:
“ Veníamos animando a Néstor. Para que reaccionara, le dábamos respiración, nos daba pulso, yo me vine manejando la camioneta hacia Manizales, pero no sabría decirle dónde perdió la vida . “
(Libardo toma una pausa. Respira profundo, llora y continúa)
“ En el hospital nos dimos cuenta que Hernán y Néstor estaban muertos. Los tres se nos fueron y no pudimos hacer nada. Qué desgracia, Dios mío! Tratamos de conseguir una ambulancia, un médico, alguna ayuda, pero nada. La gente pasaba y seguía su camino como si nada hubiese ocurrido, como si no fueramos humanos..”
Julio Bernal, ciclista y testigo:
“ Lo único que vi fue que el remolque se vino de lado, escuché un ruido durísimo, pienso que fue cuando chocó al campero. Ni siquiera tuve el valor de mirar hacia atrás. Cuando escuché los gritos de mis compañeros ya sabía lo que había sucedido….no pude mirar para atrás…..me bajé de la bicicleta , me senté y me puse a llorar.. Me di cuenta de que Triana estaba muerto y nada se podía hacer por él. A Néstor lo condujimos a la parte de adelante de la camioneta. Atrás a Asdrúbal y a Hernán Patiño. Yo me vine con ellos. Hernán me decía que le diera aire, le di respiración boca a boca, lo que más se pudo. Nos pidió que le quitáramos la ropa porque se ahogaba. Yo le decía que luchara por la vida porque él tenía una preciosa familia y lo animaba. Me di cuenta de que tenía la pierna fracturada, y de un momento a otro Hernán comenzó a decir que se iba, que él ya veía la muerte, me gritaba que no lo dejaramos morir… Le decía que confiara en Dios que él podía salvarle. Néstor parece que seguía vivo adelante. Hernán murió en mis manos. “
José Jaime “Chepe” González Amigo de los difuntos y quien ese día disputaba la 53 ª edición de la Vuelta a la comunidad Valenciana .
“La verdad lo siento mucho porque Hernán era un gran amigo mío. Lo estoy llorando porque siento una gran pena por lo que les pasó a los tres. Ojalá Dios quiera y esto no siga pasando en Colombia. Durante los tres años que estuve en Postobón fue mi confidente. Fue el mejor amigo que he tenido en el ciclismo, mi compañero de habitación. Héctor Manuel Castaño también está muy triste con la noticia que nos han dado. Fuimos compañeros de trabajo y a pesar de que corríamos en equipos diferentes eramos amigos. No tengo palabras para expresarme porque estoy muy asustado. En Colombia todos los días se expone la vida. Uno sale a defender el nombre de Colombia y a conseguir el sustento para la familia y hay unos locos que no respetan..:”
Oliverio Rincón, ciclista del ONCE y También disputando la Vuelta a la Comunidad Valenciana:
“Es lamentable recibir estas noticias tan trágicas, en especial porque eran amigos y compañeros. No sabe uno cómo reaccionar o qué pensar. Hay gente, conductores irresponsables. Terminar de esta manera es lo peor que le puede pasar a uno. No sé qué decir en estos momentos. Le gané la cronoescalada a Triana en la Vuelta de la Juventud del 89, cuando gané. Estuvimos dos años en el Kelme. Me parece imposible que esto haya sucedido. Me enteré porque los periodistas de Onda Cero me informaron…..no soy hombre de muchas palabras pero no pude hablar, ni decirles nada….me quedé mudo, me tuve que sentar”
Alvaro Pino, técnico de Kelme :
“En estos momentos estoy completamente descentrado. Aún no asimilo el hecho. No tengo palabras para expresar mi sentimiento. Néstor y Augusto, pese a haber quedado fuera del equipo esta temporada, estaban muy unidos a Kelme. Teníamos una excelente relación con ellos, pues fueron varios años de trabajo en común. Es un momento muy duro para toda la formación, pues Néstor y Augusto estaban muy identificados con Kelme. Conozco cómo son las carreteras en Colombia y el enorme riesgo que corren los ciclistas allí. Nosotros lo hemos vivido en las concentraciones que hemos hecho en ese país, donde hay que ir con 20.000 ojos para evitar que te atropellen. “
Un sentido homenaje fue rendido durante la Vuelta a la comunidad Valenciana donde los compungidos integrantes del equipo Kelme llevaron un crespón negro en su camiseta y en el automóvil del equipo. Los 5 Colombianos que la corrieron y amigos todos de los fallecidos, no podían salir del asombro.
Mientras tanto, en la sala de urgencias del Hospital Universitario de Manizales, Asdrúbal Patiño, la cuarta víctima del accidente, todavía continuaba su lucha personal contra la muerte. Se le encontraron 4 litros de sangre en el tórax, sufrió el estallido del lóbulo derecho del hígado y lesión a nivel del polo superior del riñón derecho, además de trauma craneoencefálico leve y fractura expuesta del fémur . Desde el comienzo, necesitó un respirador para seguir con vida.
Asdrúbal duró 15 días en coma y 45 días en cuidados intensivos. Su recuperación fue poco menos que un milagro. Muchos meses después, tratando de recobrar algo de su vida pasada, volvió a la concentración del equipo Postobón en el norte de Bogotá. Fue el mejor regalo para corredores como Espinosa, Marín y Bernal, que habían tomado la decisión de abandonar el ciclismo, después de la tragedia de aquella mañana.
Muchas veces no reflexionamos en la fragilidad de la vida humana y cómo los ciclistas, paradójicamente, deben jugarse la vida todos los días para ganársela. Triste también, ratificar como un hecho tan grave se olvidó finalmente y la muerte de estos tres corredores –seres humanos por encima de cualquier cosa- de poco sirvió, la conciencia y el respeto de los conductores hacia los peatones y ciclistas no existe, menos en Colombia, dónde a veces, la vida humana vale tan poco.
Por eso no quise dejar pasar otro aniversario de esta fecha tan triste como si nada... por ellos, por sus viudas, por sus hijos huérfanos. Los que nos sentimos unidos al ciclismo debemos traer a la memoria estos hechos para que no queden en el olvido. Paz en las tumbas de estos humildes trabajadores de la bicicleta, que una mañana salieron a trabajar, sin saber que sería la última.
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