(Por Carlos Duarte)
La rabia y la frustración me invaden al saber que cuatro ciclistas colombianos pudieran no participar en el próximo Giro de Italia que comienza en Irlanda –en donde se correrán las primeras etapas de la competencia–, porque los vasallos de la Reina Isabel II que trabajan en la embajada británica de Bogotá les negaron las visas para ellos. También me duele mi nacionalidad.
Con estas prevenciones deben tomarse las siguientes líneas en donde exploro con rabia y arrojo qué y quiénes podrían hacer algo en favor de que Arredondo, Rubiano, Pantano y Quintero corrieran la corsa rosa.
El primer interesado debe ser la misma organización. La extensión de la wild card al Team Colombia y el llevar la carrera italiana a tierras británicas responden al mismo objetivo: llevar al Giro de Italia más allá de sus fronteras históricas. Las trabajas de visado no hacen nada más que negar la mundialización del ciclismo: carreteras europeas, exclusivas para europeos. Así de sencillo.