(Por Gustavo Duncan y Asier Bilbao)
Con este articulo, los autores del blog Altimetrías de Colombia buscamos que los aficionados al ciclismo y lectores de La Ruta del escarabajo dieran su opinión sobre cuáles podrían ser las fechas más idóneas para la disputa de las dos pruebas ciclistas por etapas más importantes de nuestro país.
En estos días, tras el pobre resultado que ofrecieron los equipos extranjeros invitados a la última edición de la Vuelta a Colombia, llegaron a nuestros oídos rumores sobre la posibilidad de que la Federación Colombiana de Ciclismo esté buscando un cambio de fechas para la Vuelta, con vistas a poder atraer a las grandes formaciones profesionales del UCI-Pro Tour para que corran en nuestro país.
Al parecer, se quiere aprovechar las fechas en las que se disputa el Tour de San Luis, a finales de enero, para, por la proximidad geográfica de Argentina con nuestro país, contratar a las estrellas más deslumbrantes y mediáticas del ciclismo profesional que los dirigentes del Tour de San Luis, con rotundo éxito, consiguen para su prueba estos últimos años, con la intención de que disputen nuestra vuelta nacional.
Nos parece un error. Ningún ciclista profesional del UCI-Pro Tour acudiría a nuestro país con la intención de finalizar la Vuelta a Colombia en esas fechas, porque rompería toda su planificación de la temporada. Los corredores que disputan el calendario europeo en ningún caso van a querer correr completa una prueba de dos semanas a comienzo de año. Y menos aún las asfixiantes etapas de montaña donde se suban altos de largo kilometraje como Minas, La Línea, Letras, Mondoñedo, etc.
Para atraer a comienzo de temporada a estos corredores y equipos de talla mundial, y para contentar a los directores deportivos de los equipos punteros, la FCC se vería obligada a tener que reducir el número de etapas de la prueba, suavizar los recorridos aun más de lo que lo hace en la actualidad, y recortar los kilometrajes, programando distancias dignas de la categoría junior.
Sumado a esto, para asegurar que las estrellas internacionales no se cansaran mucho y el “entreno de calidad” por nuestras carreteras fuera a la medida de estos capos, por exigencia de estos equipos tan acostumbrados al ciclismo-control de moda en las vueltas europeas, la FCC debería convencer (o comprar) a los ciclistas colombianos que corren en equipos nacionales para que no disputaran la carrera de su país en la manera conocida en ámbitos ciclísticos como “correr a la colombiana”: con el machete empuñado desde el banderazo de salida, sin la menor intención de “hacer rehenes” y atacando sin tregua hasta la puerta del hotel. Evitando de esa manera que pudieran exhibirse en el mejor escaparate que tienen para darse a conocer, y lucir su cualidad más destacada, como es la combatividad, en la competencia ciclística más importante del año para ellos.
Rebajar aún más la dureza de nuestra ronda nacional sería como insultar a la historia y escupir a la tradición de la Vuelta a Colombia. Aceptar “aplanar” la Vuelta a Colombia es como si se aceptara pavimentar los adoquinados de Flandes o Roubaix, quitar las cotas de Lieja, eliminar los tappones de montaña en el Giro de Italia, suprimir las contrarrelojs del Tour de Francia o dejar de poner finales en alto unipuerto con rampas por encima del 20% en las etapas cortas de la Vuelta a España. Es quitar la esencia, la característica principal de esas carreras.
Creemos que las fechas en las que se disputa el Tour de Francia podrían ser las más idóneas para la disputa de la Vuelta a Colombia; por la climatología más favorable, fuera de las temporadas de lluvias, pero no tan calurosa como enero-febrero, y por coincidir con el periodo vacacional de mitad de año de los colegios y universidades.
Excepto los corredores que van a disputar el Tour, el resto de los capos del pelotón internacional quedan en suspenso ante la falta de pruebas durante el mes de Julio. Podría intentarse así con mayores posibilidades de éxito la participación de estos ciclistas de cierto renombre; o las plantillas B de los equipos Pro-Tour.
Si la Vuelta comenzara el mismo fin de semana que el Tour, el fin de semana anterior se podría disputar el Campeonato Nacional en Ruta, como se hace en todos los demás países. Y las etapas finales de la Vuelta coincidirían con el segundo fin de semana de la ronda francesa. Por la diferencia de horarios (7 horas menos que en Europa), el público colombiano aficionado al ciclismo podría ver las imágenes del Tour por las mañanas en TV, y salir después a las carreteras, con más ganas de ciclismo, a aplaudir y animar a los corredores.
Y si la Vuelta a Colombia dispusiera de imágenes de televisión de calidad en directo, las audiencias del resto del mundo (sobre todo en Europa, en horarios prime-time de la tarde-noche) podrían presenciar un ciclismo totalmente diferente, disputado a la antigua usanza, sin miedos, entre unos paisajes espectaculares y llenos de vida, y con un público colombiano alegre, cálido y entregado. Que mejor publicidad para nuestro país.
De todas maneras, se tengan las fechas que se tengan, los “hombres-Tour” nunca vendrán a Colombia por el desgaste que les supondría. Porque, a pesar de disponer de solo 14 días de competencia, por climatología (calor, humedad, posibles aguaceros...), dureza de los puertos y carreteras que se transitan (longitud y altitud) y por la alocada forma de correr de los corredores colombianos, nuestra Vuelta podría considerarse casi tan exigente como la prueba francesa.
En este sentido, al ser el Clásico RCN una prueba de solo 9 etapas lo tendrían más fácil que la Vuelta a Colombia. Quizás los organizadores de esta prueba podrían proponerse cambiar las fechas de su prueba e intentar que se disputara antes o después del Tour de San Luis. El punto más complicado sería conseguir el beneplácito de la UCI para el cambio de fechas. Lo segundo más difícil... atraer a las grandes figuras internacionales que corran en Argentina y convencerlas para que vengan a Colombia a comienzos de febrero.
Los organizadores del Clásico RCN tienen el respaldo de una multinacional de las telecomunicaciones como patrocinador principal de la carrera. Podrían aprovechar la circunstancia de que en la actualidad tenemos a los mejores ciclistas colombianos en la nómina de muchos de los equipos punteros a nivel mundial para contactar con las escuadras donde correrán el año próximo y proponerles que vinieran al Clásico como comienzo de su preparación para la temporada UCI-World Tour. La potencial nómina de estrellas participantes, sumada a los mejores corredores colombianos de los equipos nacionales, sería absolutamente espectacular:
Omega Pharma-Quick Step (Urán, Boonen, Cavendish)
Movistar (Quintana, Valverde, Rui Costa, Intxausti)
Team Sky (Henao, Froome, Wiggins, Porte)
Lampre-Merida (Anacona, Serpa, Cunego, Scarponi)
Cannondale (Sarmiento, Sagan)
Ag2r (Betancur)
Androni-Giocatoli (Rubiano)
Jamis-Hagens Berman (Acevedo)
Team Nippo-De Rosa (Arredondo)
Team Colombia (Chaves, Duarte, Atapuma, Pantano, Chalapud, etc.)
Solo es cuestión de atreverse, pues el retorno publicitario a nivel mundial estaría asegurado. Los organizadores del RCN podrían proponer un recorrido “moderno” que contente tanto a estos equipos extranjeros como a los aficionados colombianos. Una carrera con fracciones muy variadas y aptas para las características de todo tipo de corredores. Por ejemplo con una CR-Equipos, una CR-Individual, dos etapas planas, dos de perfil quebrado (una con final en repecho), una de media montaña, una con final en alto duro y otra de montaña con 2-3 altos y meta tras bajada. Pero también se verían obligados a reducir la dureza y la longitud de las etapas, lo que sería una verdadera lástima en una carrera que en sus últimas ediciones está programando etapas variadas y exigentes.