(Por Luis Álvaro Tovar)
A partir de este domingo 14 de julio viviremos el Tour en todo su esplendor, o por lo menos así permite pensar el terreno que se avecina: Semana definitiva. Los Alpes. La gran montaña. Ese inconmensurable marco de sol, público y grandes cañones montañosos hará revivir con toda brillantez la leyenda dorada de la más grande prueba por etapas del mundo.
Hasta aquí todo parece decidido a favor de Froome. Pero… muchas cosas pueden suceder aún. Soy de los que piensa que el Tour lo gana Froome, y que lo gana con más ventaja de la que tiene actualmente. El de Kenia es sin duda el mejor ciclista de este Tour y de la temporada, y el Tour suele premiar al mejor. Por tanto, el domingo 21 de julio, Froome subirá a lo más alto del podio en París, con el majestuoso fondo del Arco del Triunfo a sus espaldas.
Sin embargo, podría no ser. Y podría no ser sobre todo por un factor que puede inclinar la balanza en su contra: el equipo. Su escuadra cada vez se muestra más débil. El abandono de Boasson Hagen por caída es la gota que rebosa la copa. Entonces, llegado el escenario de las batallas alpinas, su necesidad de apoyo va a basarse fundamentalmente en Richard Porte, su más fiel compañero, de cuya presencia a su lado en los momentos decisivos puede depender su victoria final. El quid está en que Porte dio muestras de gran debilidad en la segunda etapa de los Pirineos y, por tanto, se podría colegir que de nuevo afloje y deje a su líder solo, rodeado de rivales, con lo cual el panorama se tornaría sombrío para el keniata.
A mi modo de ver, en la etapa de este domingo –con final en Mont Ventoux- Froome va a distanciar aún más a sus competidores, pero eso no le garantiza el triunfo final. Ni siquiera el hecho de que en la CRONO del miércoles 16 de julio aumente aún más su ventaja y pueda salir de allí con más de 5 minutos sobre el segundo de la general. El problema vendrá luego, en las etapas de Alpe de Huez y, sobre todo, en la del Grand Bornard (204.5 Km), etapa ésta con 5000 metros de desnivel total, con mucha montaña a lo largo del recorrido, y que termina en descenso , lo cual –quien creyera- la hace peligrosísima, por la cantidad de tiempo que podría eventualmente perder el actual líder si se queda sin compañeros en el primer puerto de montaña( 21.6 km al 5.1%) y si además afloja un poco, o sufre una crisis momentánea, y efecto de ello se le van algunos de sus rivales en el segundo puerto(19.2 Km al 7.9%), dejándolo de ahí en adelante rezagado y sin coequiperos. En esa circunstancia, sería muy probable que perdiera en meta más de 10 minutos y quedara sentenciada su derrota. Esa etapa, en particular, es, a mi manera de ver, la etapa clave, la que llegado el momento les presentará a los del SKY un desafío mayúsculo, que de no saberlo o poderlo sortear podría condenarlos a la derrota. Por esa razón, creo que Froome va a intentar tomar el máximo tiempo posible en las etapas que vienen, previas a aquella, con el fin de tener un colchón de tiempo suficiente con que aguantar un posible escenario como el enunciado y para eliminar rivales, ya que si para esa etapa hay varios corredores en el término de 8 minutos dicho escenario se puede hacer aún más insoportable. Ellos, el SKY – estoy casi seguro- deben tener marcada esa etapa como la más peligrosa.
Hermoso final de Tour en todo caso. Con un supercampeón acosado por sus enemigos, que serán varios seguramente, a menos que, por los ataques que preveo, Froome logre quedarse con un solo rival. Porque –repito- el escenario de librar esa batalla – la del Bornard- rodeado de 4, 5 o más ciclistas con posibilidades de ganar la carrera podría ser nefasto para él.
¡A vivir, pues, este final de Tour con mucha ilusión y a hacer fuerza por nuestro Nairo Quintana, que en medio de una refriega medio loca como la esbozada podría resultar tremendamente favorecido!